miércoles, 1 de septiembre de 2010

Vuelta a la rutina


Llegó lo inevitable, y no es que me queje porque al menos yo tengo un trabajo al que volver después de las vacaciones. No me da pereza, simplemente me dejo llevar como si hubiese pasado un fin de semana cualquiera.

Este curso no habrá caras nuevas, y las viejas –salvo las de tres personas cuyos abrazos fueron sinceros- estaban tan largas como antes de marcharnos. Toca doble capa de corrección y aparente indiferencia. No me gusta tener que acartonarme cinco días a la semana.

- El barniz protege, pero termina cuarteándose y hay que quitarlo y volver a empezar. Y la lija es realmente desagradable – dice Ballesta.

La miro con cara de resignación y procuro alejar de mi mente la imagen de un tratamiento exfoliante tan drástico sobre mi persona. Prefiero centrarla en mi viaje de la semana pasada, y en cómo es posible que la vida transcurra de manera tan distinta cuando cambias de lugar.

Lo del cambio de aires no es ninguna tontería: sienta bien ver otras calles, otra gente… Incluso poder beber agua del grifo sin riesgo de que una capa de cal te recubra el sistema digestivo aparece como una milagrosa nimiedad que satisface de forma insospechada y gratificante. Y que te pongan una tapa cuando pides una caña también.

…Sonrío…

Me estoy acordando de una noche, después de tres cañas (jarras en el caso de mi hermano y cola light en el de su novia), en que apareció un chico vendiendo unos llaveros horrorosos por las mesas para sacarse unos euros. Y me ofreció uno tan sumamente feo que se lo compré. Es lo que tiene el alcohol después de un año de abstinencia. Helo aquí:




Como verás, tiene un corazoncito dentro con un dibujo pintado. Después de un examen exhaustivo por parte de los tres, mi cuñada decidió que era una mariposa, cosa totalmente errónea porque se ve claramente que es una bruja volando sobre una escoba al revés y blandiendo una cachiporra. Así que nos pusimos a discutir, mientras mi hermano nos miraba con aire autosuficiente.

Al final pasó lo que tenía que pasar: le tocó a él decidir quién tenía razón. Enarcó las cejas y dijo:

- ¡Si está clarísimo! Es un vampiro con una negra en brazos y con un pescado en la cabeza.

… y se quedó tan ancho.

Nos reímos tanto aquella noche que he decidido adoptar el llavero. Así, cada vez que entre o salga de casa, lo haré con una sonrisa.

Pero a todo esto… yo estaba hablando de la vuelta al cole. Dicen que la rutina es mala. Si hay algo bueno en ella es que te incita a buscar el modo de escaparte, y eso implica soñar, inventar, hacer planes… aunque luego no se cumplan. Pero ¿quién sabe? el Multiverso está lleno de posibilidades. Porque… ¿quién le iba a decir al pescado que terminaría ahí?


4 comentarios:

  1. Yo opto por la brujar volando en la escoba!! Pero si está clarísimo!!!!! ;)

    Guapa! Rebienvenida!

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  2. "¡Seeee...!
    Eeeso es."
    (pedo a ved ahoda, y zin venid a cuento, quién me quita de la mente eza imagen de mi Hédoe metida a Cohen el bádbado...)

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  3. Mmm, yo diría más bien que es una estafa, pero vaya, si queréis que sea una bruja o un vampiro o lo que queráis... pues así sea.

    Un blogbesico :)

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  4. Yo diría que es un test de rorschach camuflado dentro de un corázon de oso amoroso... pero quien se fija en esas nimiedades cuándo podemos leer a esa ballesta que las clava tan hondas... chapó, mi querida ballesta. una diána de 100 puntos.

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