jueves, 10 de octubre de 2013

Ese extraño concepto de rutina

Siempre que pienso en la palabra “rutina” me viene a la mente un río de plácida corriente que fluye hasta las próximas vacaciones.  El mes de septiembre trae consigo el retorno a las tareas cotidianas, a los horarios. En conclusión, a lo de siempre. Pero no sé yo si será mi caso…

Llevamos desde finales de agosto preparando el certamen de bandas de Valencia y me quedé sin flautín. Una odisea para comprarme uno, que conseguí a mitad de septiembre. Apenas un mes para domarlo y el Mib allá arriba y el Do# allá abajo. Para colmo en la obra obligada los últimos cinco compases son de flautín y flauta y sí… el Mib estratosférico se repite varias veces  y con saña. Y acaba con una redonda de pp a n en la que me tengo que concentrar para permanecer con el rostro impasible mientras mantengo la presión e intento que no se me baje la afinación, y no guiñar los ojos como si me hubiesen echado limón.

El flautín recién llegado a casa


Encima el pobre tuvo un estreno accidentado. En el primer concierto después del verano, justo antes de empezar a tocar,  se me cayó al suelo y se le doblaron las llaves de  Si-Sib. Menos mal que una compañera se llevó el suyo. Te prometo que me vi silbando la partitura. Menos mal que con un pequeño tirón volvió todo a su sitio y quedó perfecto. Recuérdame que no vuelva a dejarlo sobre el atril en un concierto al aire libre en un día de viento.

Y siguiendo la línea instrumental… mi hermano y su novia me regalaron una cítara para mi cumpleaños. ¡Una cítara endemoniada! Preciosa, eso sí. Típica del folklore de Europa Central, de hecho viene de Alemania previa subasta y transporte bajo el brazo por parte del  sufrido  sobrino de mi cuñada. Me dijeron que tiene alrededor de 100 años. 32 cuerdas desafinadas, un manual de aprendizaje en alemán y 20 kg de frustración por mi parte componen el lote que acompaña a este magnífico instrumento digno de haber sido diseñado por Jodido Estúpido Johnson.

Die Zither

En serio… no puedo soportar tener un instrumento en casa y no saber cómo tocarlo. Afinarlo ya me costó casi una hora con un tutorial en YouTube que hizo una ancianita muy simpática. Cuando concluí, mi impresión fue: “esto no tiene ni pies ni cabeza”.  Se supone que el arpa va con las cuerdas agrupadas en acordes. Unos de tres, otros de cuatro… en fin. Mis conocimientos musicales no dan para tanto, y necesito calma y tranquilidad (y más paciencia) para enchufarme otro tutorial. Pero la veo ahí… día tras día… haciendo vibrar sus cuerdas imperceptiblemente como reprochándome su abandono y echándome en cara que le dedico más tiempo a un simple tubito que a ella.

Siguiendo con mi “rutina”, la vuelta al cole me ha deparado una tarea adicional: me he estado ocupando de cazar gatos de una colonia que vive en el patio del colegio, llevarlos al veterinario y devolverlos a su lugar una vez esterilizados, desparasitados y vacunados. Según algunas mamás, éstos eran portadores de pulgas y estaban enfermos y mal alimentados, y que podían atacar o morder a los niños. El veterinario me dijo que las que necesitaban tratamiento eran las mamás, que los gatos estaban estupendamente y limpios de bichos, y que como son animales inteligentes no se acerarían a sus retoños ni a 20 metros (doy fe). Así que ahora ya no tienen excusas para seguir quejándose de ellos.


¿Pero quién puede decir que esta cosita es mala?

Y como consecuencia de ésto tengo un nuevo inquilino en casa. Es el hijo de una de las gatas del patio, como Trasto. Había dos, pero es el único que pude atrapar. Como era el más valiente venía a comer de mi mano después de darme dos o tres bufidos de advertencia. Me lo llevé a casa porque oí rumores de que querían cortar por lo sano con la comunidad felina y con la esperanza de que alguien lo adoptara y salvar al menos uno. Los gatos mayores sabrían apañarse solos. Al final no lo adoptó nadie, y ahora soy incapaz de darlo si alguien me lo pidiera. Del otro cachorrito no sé nada, hace una semana o más que no le veo. Me temo que corrió peor suerte.

Ron

Así que aquí lo tengo, correteando por casa mientras Trasto está exiliado en casa de mis padres. El pequeñajo, que se llama Ron por su parecido con un murciélago (...),  tiene catarro y deben estar separados al menos una semana por riesgo de contagio. El pupas de Trasto ya tiene bastante con su alergia como para andar estornudando como un descosido.


En fin… pues todo eso. Bendita rutina. Me voy a darle caña al Mib.

jueves, 22 de agosto de 2013

Querido compañero:


Hace casi una semana que no estás entre nosotros y aún tengo esa mezcla de perplejidad y enojo que hace que me niegue a asimilar que te has ido. La tristeza vendrá cuando la calma asiente esos sentimientos, y entonces lloraremos por segunda vez.

Mira que te lo dije veces: “déjame echarte una mano”. Ya sé que eso no ha sido el motivo, pero aun así me queda la sensación de que podía haber hecho algo por ti aunque siempre me decías que no era necesario. Te faltaba tiempo para todo, no dabas abasto entre unas cosas y otras pero tú corrías y corrías y te enfadabas contigo mismo si algo no estaba perfecto o faltaba alguna cosa. El trabajo, la banda, la escuela… estabas siempre ahí para todos. Y ahora nos faltas. A tu familia y a los que hemos tenido la oportunidad de conocerte.

Estoy enfadada, y no sé si es correcto pero me da igual. ¿Por qué no frenaste un poco? El estrés pudo contigo. Esos nervios que te comían y que no te dejaban pegar el culo a la silla ni cinco minutos. Eso y el tabaco que tú pensabas que te ayudaba a relajarte han terminado por pararte del todo.

No sé qué va a pasar el lunes cuando volvamos al ensayo. No tengo ánimos, porque sé que voy a volver la cabeza y no vas a estar ahí. Lo peor es que tu hija va a hacer lo mismo y  no sé si seré lo suficientemente fuerte para mostrar la entereza que debería tener. Es una cabezota, como tú, y  estará ahí la primera. “Es lo que él habría querido” – me dijo.

Lo único que nos queda es seguir adelante con la ilusión que tú demostraste siempre. Esforzarnos por dar lo mejor de nosotros y llegar más alto  de donde tú nos dejaste con tu esfuerzo y tu buen hacer. En cada nota siempre habrá una parte de ti, acompañándonos.


Descansa en paz.

domingo, 16 de junio de 2013

Nunca es tarde (a ver si cuela)


Comienzo a escribir con aplausos de fondo, seguidos de las primeras notas de Tubular Bells. Cómo echo de menos a mis Fadalackeros, jolín…

Hay que cerrar etapas y no esperar a que vuelvan épocas pasadas, sino hacer un punto y aparte y seguir con un nuevo párrafo en el capítulo que toque vivir.

Y como no se me ocurre nada más de momento, te diré que tengo un gato. Se llama Trasto y tiene un año y dos meses,  y un problema aún no determinado en la piel. Lleva seis meses de tratamientos erráticos contra la alergia porque el veterinario se ha empeñado en que es alergia sí o sí, aunque lo único que le ha hecho mejorar es una simple pipeta contra parásitos y ácaros que es lo que le llevo diciendo que tiene desde que me lo encontré en la calle. Si en quince días mejora, le cambiaré de veterinario. Y si no, también. Ya era raro que yo tuviese un bicho en casa y no le pasase nada. Aunque teniendo en cuenta el estado en el que le recogí no creo que hubiese sobrevivido.

Ahora ya me siento una internauta plenamente integrada. Tengo Facebook, tengo Twitter y tengo un gato para hacerle fotos y colgarlas en la red, aunque con las pintas que lleva el pobre quedaría mejor en algún capítulo de “The walking dead”. Pero yo le quiero igual ^^

Y… sí, voy a poner una foto. Je…



domingo, 7 de abril de 2013

¿Hola?

Me entristece ver que mi última entrada está relacionada con el comienzo de una aventura en la que tenía puestas muchas ilusiones y que lamentablemente ya no es viable. Aún tengo la esperanza de que la situación económica que atraviesa este país mejore antes de asesinar del todo proyectos como Fadalack y otros tantos vinculados al Arte y a la Cultura.

No sé por qué me ha dado por entrar aquí otra vez. Pensaba que al darle al enlace aparecerían tenues volutas de humo violeta sobre un montoncito de cenizas,  pero ahí siguen mis cosas. Aunque las he mirado de refilón. Tampoco me apetece mucho volver la vista atrás, no vaya a ser que pegue carpetazo de nuevo.

En fin, que desde que dejé de escribir han pasado (han cambiado) muchas cosas y si hago balance creo que sale positivo y todo. Lo mismo me animo a retomar este blog. Ya veremos...