sábado, 21 de abril de 2012

Y sin embargo… no se mueve

Hace unos meses parecía que el mundo entero iba a estallar en pedazos. Se palpaba la revolución en el aire, parecía que iba a pasar algo gordo. Hoy esa energía contenida se ha transformado en desencanto.

Hablo desde mi enorme y reconocida ignorancia en temas políticos y financieros. Yo solo sé de lo que veo y oigo a pie de calle, y a veces ni lo entiendo. Pero como éste es mi espacio y pongo lo que me da la gana sin que llegue a ningún sitio, casi no me da miedo meterme en tales berenjenales.

Soy consciente de que se ha escrito y hablado mucho sobre el tema, pero es que no termino de entender cómo es posible que se nos vaya la fuerza por la boca de semejante manera. Y me incluyo porque yo también me quejo (el derecho al pataleo no me lo quita nadie), pero mi energía “quejativa” no tiene dónde dirigirse.

Y tú me dirás: “si estás descontenta con tu situación laboral, apúntate a un sindicato”. Y eso es lo que hice, creyendo a buena fe que serviría de algo por el hecho de que muchos hacen más que uno. Otra muestra de mi ignorancia. Confieso, ilusa de mí, que pensé que al entrar en ese colectivo podría formar parte aunque fuese al más bajo nivel de “algo” que contribuyese al menos a intentar arreglar las cosas. Comenzaron a llegarme e-mails de manifestaciones, boletines informativos, carteles para imprimir, novedades sindicales  y… sí, ofertas de hoteles baratitos baratitos, oiga, si piensa usted acercarse a la concentración en tal sitio y le pilla lejos.

Llevaba tiempo viendo en las noticias cómo miles de manifestantes llenaban las calles de las principales ciudades de nuestro país. Banderas de los sindicatos ondeando al viento, pancartas reivindicativas y gente muy pacíficamente cabreada. Precioso. Donde yo vivo también se convocaron concentraciones, a las cuales empecé a asistir. Al parecer, los maestros eran los únicos que tenían algo por lo que quejarse. Y yo, claro. No vi a ningún representante sindical, a ningún compañero funcionario y los únicos que hicieron un tímido acto de presencia (me ven la cara y me piro) fueron un par de concejales de la oposición. “Ah… así que es esto… -pensé-. Me quejo por lo bajini y cuidando de quién me puede estar escuchando por si mañana hay represalias”. Pues nada… si los que tienen que mover el culo no se mueven, yo tampoco lo voy a hacer. Y no por falta de ganas, sino porque me toca las narices que los que deben dar ejemplo se dediquen a pasar olímpicamente de todo aunque luego se les llene la boca de reivindicaciones e injusticias. Y no lo entiendo, porque nos están vapuleando a base de bien. Y yo sola ¿qué puedo hacer? Si tantos miles de personas pateando las calles y gritando consignas no han conseguido cambiar NADA… ¿qué puedo hacer yo?

Me cabrea muchísimo el hecho de que todo el mundo sepa qué se ha hecho mal, quiénes son los culpables y cuál sería la solución… y sigamos así. Y lo más grave de todo es que se sigan cometiendo verdaderas aberraciones contra los ciudadanos, quienes sufrimos las consecuencias como si fuésemos los culpables de todo y tuviésemos que ser castigados. Mientras, los que han contribuido a cultivar  las telarañas de las arcas del Estado  gozan de amnistías fiscales para blanquear su dinero. Los que deberían dar ejemplo de austeridad no renuncian a sus coches oficiales y se dedican a hacer obras faraónicas que no sirven para nada… sin contar las que se están pudriendo a medio terminar o las que se quedaron en proyectos millonarios. Y sin contar tampoco las extravagancias que todos conocemos ya. Y lo peor es que lo estoy viendo a escala nacional… y a pequeña escala, en mi propio pueblo.

Ya sé que ésta no es la línea que suelo seguir en mi blog, pero me apetecía escribir algo y me ha salido esto que andaba por ahí enquistado. Probablemente habré dicho muchas tonterías y cosas totalmente rebatibles y con razón. Pero es que… ¿de verdad  no  hay nadie con un poco de sentido común capaz de poner freno a este desatino ya no nacional, sino mundial? Le estaré esperando sentada en mi sofá (si no me lo quitan también).

… Y sí, todavía dando gracias ¬¬

"Los Cobardes"
 
Hombres veo que de hombres
sólo tienen, sólo gastan
el parecer y el cigarro,
el pantalón y la barba.

En el corazón son liebres,
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre,
que en épocas de paz ladran
y en épocas de cañones
desaparecen del mapa.

Estos hombres, estas liebres,
comisarios de la alarma,
cuando escuchan a cien leguas
el estruendo de las balas,
con singular heroísmo
a la carrera se lanzan,
se les alborota el ano,
el pelo se les espanta.
Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.

¿Dónde iréis que no vayáis
a la muerte, liebres pálidas,
podencos de poca fe
y de demasiadas patas?
¿No os avergüenza mirar
en tanto lugar de España
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas?
Un tiro por cada diente
vuestra existencia reclama,
cobardes de piel cobarde
y de corazón de caña.
Tembláis como poseídos
de todo un siglo de escarcha
y váis del sol a la sombra
llenos de desconfianza.
Halláis los sótanos poco
defendidos por las casas.
Vuestro miedo exige al mundo
batallones de murallas,
barreras de plomo a orillas
de precipicios y zanjas
para vuestra pobre vida,
mezquina de sangre y ansias.
No os basta estar defendidos
por lluvias de sangre hidalga,
que no cesa de caer,
generosamente cálida,
un día tras otro día
a la gleba castellana.
No sentís el llamamiento
de las vidas derramadas.
Para salvar vuestra piel
las madrigueras no os bastan,
no os bastan los agujeros,
ni los retretes, ni nada.
Huís y huís, dando al pueblo,
mientras bebéis la distancia,
motivos para mataros
por las corridas espaldas.

Solos se quedan los hombres
al calor de las batallas,
y vosotros, lejos de ellas,
queréis ocultar la infamia,
pero el color de cobardes
no se os irá de la cara.

Ocupad los tristes puestos
de la triste telaraña.
Sustituid a la escoba,
y barred con vuestras nalgas
la mierda que vais dejando
donde colocáis la planta.



"Viento del pueblo"  
Miguel Hernández