jueves, 24 de febrero de 2011

sábado, 12 de febrero de 2011

Vale, me rindo

Ahora lo veo todo claro: estabais todos compinchados para conseguirlo. Y seguro que el que me negase siempre y jurase y perjurase que no lo haría espoleó la cabezonería colectiva.

Yo pensaba que podría con vosotros, pero han sido muchos meses de ataques directos e indirectos diciéndome eso de “pues no sabes lo que te pierdes…” o “así no te vas a enterar de nada…” o “si es que por el otro sitio ya no paso…” Eso sin contar los mensajes subliminales (faaaaa...) de mi amiga Num, que fue la que al final derribó mi último muro de defensa para colocar otro de muy distinta índole.

En fin… recordadme que nunca vuelva a decir “nunca”, pero que conste que yo no quería.

Ale, nos vemos en Facebook. Estaréis contentos, ¿no?

lunes, 7 de febrero de 2011

Apariciones

No, si lo que no me pase a mí…

Ayer “quejándome” de la gente que desaparece, y esta tarde me llama un viejo amigo del que hacía ¡¡AÑOS!! que no tenía noticias.

Si es que no puede una abrir la boca. Ahora: que yo encantada, oiga.

¿No es para pensar que los hados se lo pasan en grande con nosotros, humildes mortales?

domingo, 6 de febrero de 2011

Desapariciones

No sé si a todo el mundo le pasará, pero a mí me sucede algo muy extraño con alguna gente que conozco en la Red. De hablar prácticamente todos los días con alguien hasta casi convertirse en rutina (en el buen sentido de la palabra), paso al vacío más absoluto. Desaparecen de la noche a la mañana.

Ya sé que cada cual tiene sus cosas, y que a veces se tiene tiempo y a veces no. Las circunstancias cambian, la vida nos lleva y nos trae y no siempre hay un hueco para andar trasteando con el cacharro este. Pero yo me pregunto una cosa: ¿realmente se puede borrar todo lo escrito de un plumazo? ¿Así sin más? A lo mejor es que yo soy un poco lerda y me creo todo lo que me dicen, y pienso que realmente me echan de menos si un día no aparezco o que se preocupan por mí tanto como yo por ellos.

El verse cara a cara tampoco cambia mucho la cosa. Estos dos párrafos los he escrito pensando en alguien que me tropecé hace años en un chat entre paranoias, insultos y jajajás. Vamos, lo típico. De repente dices algo que capta la atención de alguien, o simplemente tu nick –como fue mi caso- resulta prometedor para quien pasa de andar diciendo sandeces sin ton ni son. Y ahí es cuando la lías, porque esa persona te da la posibilidad de hablar de cosas de las que no puedes hablar en tu entorno simplemente porque las personas que habitualmente te rodean terminarían bostezando o llamarían al psiquiatra. Y eso, amigo mío, engancha.

Es complicado explicarlo, y también es difícil de entender para quien no sabe de qué va el rollo. La cosa se complica cuando por fin conoces a esa persona y para tu sorpresa, y digo sorpresa porque a mis espaldas llevo algun que otro disgusto, es realmente lo que esperabas, si no más.

El caso es que ya me he acostumbrado, y me da rabia porque la mayoría es gente que merece la pena. Gente que me ha ayudado a reír y a llorar cuando ha hecho falta de la forma menos vergonzante posible (bendito escudo el del monitor). Y me pone triste el perderlas, y siempre tiendo yo a echarme la culpa aunque sé que no es así en la mayoría de las ocasiones.

La otra noche apareció al cabo de seis meses (aprox.), y fue como si hubiésemos hablado el día anterior. Como si retomásemos la conversación donde la dejamos, y apuesto a que ninguno de los dos se acordaba de cuáles fueron los últimos temas que tratamos. Pero fue así, y me gustaría que dentro de seis meses volviera a ser igual.

En fin… es lo que hay. Y no siempre pasa. Los habituales siguen ahí, y espero que por muchos años.

Yo también estaré, aunque pasen seis meses más.


"No hay otros mundos, pero sí hay otros ojos (...)

(...) Ojos azules en los que naufragar..."